Historia de cuarentena

Por: Lidia Camara

Eugenia vive sola, es soltera, en su casa de Vicente López, un típico chalet de una planta con un jardín muy cuidado en el frente y un gran jardín atrás, el chalet es de varias y espaciosas habitaciones y un jardín de invierno orientado al este, especial para cultivar plantas de interior, es médica jubilada desde hace uno años y trabajo por su idoneidad en clínicas de primer nivel, de jóven debe haber sido muy bonita, es rubia de ojos celestes, de ascendencia alemana, no muy alta y con un cuerpo ahora propio de una persona mayor con algún kilo demás.

Hace unos días que en el país se decretó una cuarentena obligatoria como consecuencia de la pandemia por un extraño virus y su vida se ha trastocado un poco, tuvo que abandonar la costumbre que tenía de salir regularmente a caminar, sobretodo en horario nocturno, para aliviar tensiones después de terminar con las tareas que le demandan el mantenimiento de su hogar, es muy puntillosa en éste aspecto no sólo en las tareas comunes a toda ama de casa sino también en todo a lo que se refiere al mantenimiento edilicio, muy raramente llame a algún electricista,, pintor, albañil, sabe hacer un poco de todo y disfruta en hacerlo. 

Si bien el aislamiento le pesa, trata de pasarlo bastante ocupada no sólo con esas tareas diarias sino también con su verdadera vocación que ha sido desde chica las artes plásticas,ese mismo aislamiento parece haber exacerbado su forma de ser un poco obsesiva, en cuanto al tener un lugar para cosa y una hora para cada actividad.

Un dia, a media mañana, mientras limpiaba de malezas el jardín de adelante vestida con joggins, como lo hacia siempre cuando estaba en su hogar, se acerca a su puerta de reja Fabiana su vecina, que en la casa lindera administra junto con su marido un Hostel para preguntarle si ya que su casa era espaciosa podía alojar allí unos días a una chica que tenía reserva en su hostel pero que como consecuencia de la cuarentena no se había podido realizar el recambio de pasajeros y no disponía de lugar, ésta chica que venía de España ya había realizado la cuarentena de 15 días obligatoria y estaba libre del virus pero debía abandonar el hotel que a tal efecto le había dispuesto el gobierno. En un primer momento Eugenia se negó rotundamente y Fabiana logró convencerla desde el punto de vista de la compensación económica que recibiría que por ser jubilada no le venía nada mal, a pesar de no tener ella una débil situación económica.

Eugenia deja la tarea que estaba haciendo y se dispone a acondicionar la habitación que era de su hermano, fallecido no hace mucho tiempo, ésta tarea, dado el orden que ya existía en el lugar no le lleva mucho tiempo, solamente poner sábanas en la cama y toallas en el no muy amplio baño contiguo a la habitación y se dispuso también a cerrar con llave armarios del living, comedor, placares de su habitación y particularmente la habitación que hacía las veces de atelier.

Al caer el sol y cuando Eugenia regaba las plantas del jardín interior suena el timbre, era Fabiana con una mujer de unos 45 años, alta, delgada, de cabello largo y castaño y enormes ojos marrones, vestía de manera muy informal, jeans y remera blanca, llevaba en su espalda una mochila de colores, una campera en su mano y arrastraba una valija con ruedas de tamaño mediano, Fabiana la presenta como  Dolores que saluda con una amplia sonrisa y con el ademán de acercarse a pesar de tener barbijo, a saludar con dos besos a la manera española, gesto que es impedido por Eugenia levantando su brazo para impedir el acercamiento en virtud del distanciamiento social, Eugenia abre la reja Fabiana se despide en la puerta y Dolores entra a la casa, ya adentro se saca la mochila y la deja junto con la campera casi tirándola en el sillón, se nota la incomodidad de la ahora “anfitriona” que con gesto adusto recoge las pertenencias de Dolores y se dirige a mostrarle la que sería su habitación donde apoya sobre una silla la mochila y campera, luego le muestra el resto de la casa incluido a pesar de ser casi de noche el inmenso y florido jardín. Luego de ofrecerle sentarse en el jardín de invierno y servir un café, comienzan a hablar de la pandemia y Dolores que es muy simpática y conversadora comienza a contarle que era Argentina, que había ido a vivir a España de muy chica llevada por sus padres que eran españoles, que era periodista, y que trabajaba en la Cámara de Comercio del Libro y que su viaje a Buenos Aires se debía a su participación en parte de la organización de la Feria del Libro que se realzaba todos los años en el país y que como se había suspendido su realización estaba realizando negociaciones en la Embajada española para ser repatriada a su país para volver lo más rápido posible ya que sus padres si bien estaban bien de salud estaban solos porque era hija única en su pueblo de Sevilla.

A medida que pasaban los días la relación entre las dos mujeres no parecía ser muy fluida, ya que contrastaba mucho el hermetismo de Eugenia que se notaba estar según pensaba Dolores, incómoda debido a su independencia y orden con la verborragia y forma desordenada de proceder de Dolores,  a pesar de que ella quería ser amable y le ofrecía participar en las tareas cotidianas mucho Eugenia eso no lo aceptaba de buen grado.

Una mañana cuando Dolores salía de su habitación recién levantada de la cama escucha un ruido y un grito que venía del jardín,va corriendo y encuentra a Eugenia en el piso con una escalera encima de su cuerpo, Dolores saca la escalera y se dispone a ayudarla cuando Eugenia le dice que llame a una emergencia que el número estaba en la puerta de la heladera y que no se asustara que solamente tiene un dolor en una pierna y que seguramente esté fracturada, y era así, una vez asistida en una clínica a la que la trasladaron con Dolores que la acompañó, volvieron a la casa con Eugenia enyesada, a partir de ese momento a Eugenia no le quedó otra alternativa que aceptar la ayuda y la atención de Dolores, si bien no era una mala paciente se notaba la necesidad de supervisar cada actividad que Dolores emprendía, a los pocos días del accidente recibe una comunicación de la Embajada española en la que le comunicaba que ya tenía disponible un pasaje aéreo ya que habría un intercambio de ciudadanos varados entre España y Argentina, Dolores trata de mantener en secreto la noticia porque estaba totalmente decidida a no volverse a su país para no dejar a Eugenia sola en las condiciones en las que se encontraba actualmente, Eugenia que siempre estaba en todo escucha esa conversación pero se hace la desentendida. 

La actitud de Eugenia para con su huésped no cambia a pesar de estar al tanto de su renunciamiento, pero Dolores una noche estando ya acostada en su habitación escucha ruidos en la habitación de Eugenia y se levanta para ver si necesitaba algo, en ese momento Eugenia ayudada por las muletas sale de su habitación y rehúsa, la ayuda no de muy buen modo y le pide que se vuelva a acostar y cierre la puerta cosa que Dolores hace casi con un portazo, éste accionar de Eugenia se reitera todas las noches y muchas de ellas Dolores se asoma despacio y ve que hasta altas horas de la madrugada debajo de la puerta de la habitación se filtra luz. A  Dolores ésto la comienza a intrigar y está dispuesta a averiguarlo y una tarde cuándo Eugenia intentaba cortar unas flores en el jardín del fondo, va hasta la puerta de esa habitación y a pesar de que seguramente estuviera con llave, la puerta se abre y logra ver un caballete con un hermoso cuadro en la que Dolores era la protagonista y lucía con una hermosa expresión junto a la ventana del jardín de invierno admirando el hermoso jardín exterior, hecho que ella hacía varias veces al día, por la atracción y sensación de paz que le generaba ese jardín.