Resistiendo

Por: Valentina Luppoli

Se encontraba en cuclillas frente a la ventana, el sudor caía por los laterales de su frente, sentía la boca seca y debía apoyar sus manos sobre sus rodillas para evitar que tiemblen. Vio pasar el auto por tercera vez, era un GAZ 21 negro. Revisó los datos que había anotado de la segunda vez que lo vio pasar y  tragó saliva al corroborar que nuevamente la patente era RAB- 41-65. Soy hombre muerto pensó, me descubrieron, me siguieron, me delataron, pusieron micrófonos en mis putas paredes, no importa lo que haya sido pero ya saben de mi. 

Se prendió un cigarrillo y comenzó a deambular por la casa preguntándose desde dónde podrían estar escuchándolo. Debía actuar rápido, él ya sabía que lo que le esperaba era la detención, la tortura y eventualmente la muerte. Pero todavía tenía tiempo de avisar a sus compañeros que la operación estaba en peligro, que escapen, que si lo tenían fichado a él lo más probable era que a ellos también. Agarró un martillo y comenzó a destrozar las paredes del living, siguió con las lámparas del techo y los gabinetes de la cocina. Revisó detrás de los cuadros de fotografías y debajo de la mesa del comedor, sin resultados fructíferos. No dejó ni un solo centímetro de la casa sin revisar, cuando estuvo seguro de que donde sea que estaba el supuesto micrófono ya lo había destruido, agarró el Walkie-Talkie y buscó la frecuencia segura.

  • Cambio, Piotr al habla, necesito comprar pan, cambio- escupió esas palabras con una urgencia que resultaría extraña para cualquiera que no sepa que eran código de que estaba en problemas.
  • ¿Qué tipo de pan?- Piotr reconoció la voz de Lucasz su compañero más querido de la Resistencia.
  • Cambio, flautas bien doradas, casi quemadas- Piotr se acercó a la ventana y vio de vuelta al auto negro, sabía que era cuestión de tiempo antes de que vinieran a llevárselo, esperaba que sus amigos tuvieran la ventaja suficiente para escapar.
  • Escucha, voy para tu casa, te llevaré el pan solo quédate dónde estás, llegó en 5 minutos- Lo que Lucasz le estaba diciendo es que no lo iba a abandonar, que él también escaparía con ellos.

En ese momento, se escuchó el sonido estridente de unas patrullas lejanas y una presión intensa se inyectó en el ambiente. Piotr sentía que la habitación se quedaba sin oxígeno suficiente para poder hablar mientras una enorme fuerza galopante oprimía su pecho y toda la sangre subía a su cabeza. Era ahora o nunca.

  • Cambio, ya están llegando compañeros, olvídense de mí. Pónganse a salvo que de ustedes depende la Causa, en tanto la libertad viva en nuestros corazones, ellos no vencerán. Creo en cada uno de ustedes mis amigos, hemos luchado por liberar a nuestro querido país ya muchos años, no se crean que me voy a ir sin dar una pelea a los comunistas. Es un adiós, no volverán a saber de mi, pero no se preocupen no dejaré que me lleven vivo. Cambio y fuera- 

 Las luces rojas y azules se colaron por las cortinas de la casa, Piotr saboreó su boca y la sintió salada con un dejo de sabor cobrizo. Escuchó un tintineo metálico del otro lado de la puerta, tenían armas. Agarró el martillo y se escondió con rapidez detrás de la puerta, iba a dar un golpe sorpresivo. Esta se abrió de golpe y Piotr saltó sobre el primer hombre que entró y lo atacó de espaldas. Era mucho más joven que él pero Piotr tenía la voluntad de un hombre que ya no tenía nada que perder. Forcejearon con el martillo, Piotr no podía dar el golpe mortal, su adversario era demasiado ágil, con la visión teñida de sangre y tras un grito gutural Piotr juntó todas sus fuerzas en un último movimiento, pero resbaló con una bolsa que traía su enemigo y al caer golpeó su cabeza contra un pedazo de pared rota. De repente sintió como todo a su alrededor se desvanecía, el vencedor se acercó a él, Piotr veía una nebulosa borrosa pero justo antes de caer al abismo negro final, podía jurar que la persona que atacó era Lucasz.

Al cabo de 7 minutos llegó la ambulancia, rápidamente pusieron a Piotr en una camilla y lo subieron a la camioneta rumbo al hospital, sus signos vitales estaban débiles pero habían logrado detener la hemorragia. Su hijo viajaba con él tomándolo de la mano mientras el enfermero intentaba descifrar lo que había ocurrido.

  • ¿Por qué estaba toda la casa destruida? Y ¿Por qué su padre intentó matarlo? Tal vez tenga que involucrar a la policía, por favor explíqueme lo que ocurrió Señor Koual, em- balbuceó el médico.
  • Kowalski- respondió Lucasz y comenzó a explicar- Vivo a 5 cuadras de lo de mi papá, él ya está viejo y sufre de una leve demencia senil. Verá, cuando era chico vivió en Polonia durante la Guerra Fría y su familia debió huir para acá debido a que mi abuelo era buscado por el régimen. Parece que el hecho de estar encerrado en su casa por esta cuarentena le trajo una regresión a esa época. ¡Me llamó al celular como si fuese un walkie talkie!- Las palabras salían de la boca de Lucasz de manera atolondrada debido a la angustia y nerviosismo que lo atravesaban por la delicada salud de su padre.
  • ¡Pero este hombre de milagro que está vivo! ¿Cómo puede pretender que viva solo si sufre de esta enfermedad?- las palabras del camillero invadieron a Lucasz de culpa.

Al cabo de unas horas Piotr despertó en un cuarto pulcro con luces extremadamente blancas, sabía que lo habían capturado y ahora lo torturarían. Su hijo experimentó un alivio enorme, su padre le resultaba una carga últimamente, pero si sobrevivía este episodio se había prometido dedicarse a él abnegadamente. Con una amplia sonrisa entró a la habitación, Piotr lo había visto pasar por el ventanal unos minutos antes y al reconocer al traidor recogió del suelo un bisturí que se le había caído a una enfermera descuidada mientras él se hacía el dormido. Lo escondió sigilosamente debajo de su almohada y recibió a Lucasz.

  • ¡Me alegro que estés bien! Te prometo que te voy a cuidar de la forma que lo mereces- dicho eso lo abrazó con cuidado de no lastimarlo. Piotr sabía que era una táctica para confundirlo.
  • ¡Oh querido y fiel Lucasz!- habló dulcemente mientras estiraba su mano libre hacia la almohada.