Confieso que he planchado

Por: Graciela Garzelli

27 de mayo de 2020

Me tocó dejar en suspenso los proyectos laborales y me tocó tener más tiempo físico por dejar de atender a mis padres y nietos. 

En ese dejar de hacer hacia afuera, comencé a hacer tareas adentro de las paredes de mi casa. Algo que no me gustaba era planchar, ahora confieso o me confieso que lo hago. Junto al calor de la plancha, tal como si fuera un fuego sagrado se dibujan imágenes de otros tiempos.

 

 22 de abril de 2020:

… Confieso que he planchado, creo que la última vez que utilicé “il ferro da estiro” fue un domingo a la tarde, allá por la década del 90…por esas cosas que tenemos las madres de no soltar a los hijos. Carlos fue dado de baja del Servicio Militar Obligatorio en diciembre de 1994, luego de haber cumplido justo un año de su ingreso. Fue la última camada obligatoria, acá en Argentina. Casi como una liturgia dominguera, ya que por ese entonces él salía todos los fines de semana, con una dedicación inusitada yo le planchaba el uniforme: camisa, pantalón y el pañuelo blanco con el escudo militar, a mi manera también daba un servicio a la patria. Servir. Sí, la plancha servía y sirve ahora en esta actualidad aislada. Este artefacto me llevó a poner la mirada en la antigua plancha de hierro que yace sobre un mueble a modo de adorno. ¿Qué rudas manos la habrán sostenido? La traje de la Patagonia, estaba arrumbada en un hotel de pasajeros, en la localidad de El Calafate que pertenecía a una familia amable, ellos al notar mi interés, generosamente me la cedieron. Quizás pensaron que serviría – otra vez el servicio – para ilustrar a mis alumnos de la escuela calafateña. De regreso a Buenos Aires, no traje casi nada, sin embargo la plancha viajó conmigo. Hoy que la tomé para sacarle fotos, noto por primera vez que su procedencia es francesa, “fer de tiroir”. Luciana, mi otra hija, Paris su primer destino, ahora Bordeaux. Todos reunidos a través de los objetos. Estiro las fundas que dejó ella en su paso por Argentina antes de la cuarentena. Afuera el virus, la quietud. Adentro el movimiento. Ojalá que sirva. Confieso que estoy planchando.